Amaterasu y la cueva Amano-Iwato: mito, historia y legado en la cultura japonesa

  • El mito de Amaterasu y Amano-Iwato explica el origen de la luz tras una disputa entre dioses.
  • La cueva Amano-Iwato sigue siendo un lugar de culto y turismo clave en Japón.
  • La leyenda permanece viva a través de festivales y rituales como el Amano Iwato Kagura.

Amaterasu y la cueva Amano-Iwato

La mitología japonesa desprende una magia única y, entre todas sus leyendas, la historia de Amaterasu y la cueva Amano-Iwato destaca por su simbolismo, importancia cultural y repercusión hasta nuestros días. Este mito no solo describe el origen de la luz en el mundo, sino que además es un relato repleto de dioses, disputas familiares y soluciones tan inesperadas como inspiradoras. A lo largo del tiempo, este episodio se ha convertido en una pieza fundamental dentro del sintoísmo y la identidad nipona.

Entender la leyenda de Amaterasu y la cueva Amano-Iwato implica sumergirse en los textos fundacionales de Japón, en un universo donde diosas y dioses interactúan, se enfrentan y, a veces, provocan grandes cataclismos. Pero más allá de la historia, también existe un trasfondo social, religioso y turístico que sigue fascinando tanto a japoneses como a quienes se interesan por sus tradiciones. Vamos a recorrer, paso a paso, toda la información relevante sobre este episodio legendario y su repercusión actual.

Quién es Amaterasu y su importancia en el panteón sintoísta

Amaterasu, conocida formalmente como Amaterasu Ōmikami, es la diosa del sol y una de las deidades más reverenciadas del sintoísmo, religión autóctona de Japón. Su nombre deriva del verbo japonés ‘amateru’, que significa iluminar o brillar en el cielo, y del término ‘ōmikami’, que denota gran deidad augusta. Esta diosa posee también otros nombres, como Ōhirume-no-Muchi y Hi-no-Kami, subrayando su relación directa con la luz, el día y la solaridad.

En los textos fundacionales como el Kojiki y el Nihon Shoki, Amaterasu es descrita como la megami de la que emana toda la luz del mundo, y se considera ancestro directo de la familia imperial japonesa. De hecho, el emperador japonés asegura descender directamente de ella, lo que otorga una dimensión sagrada a la casa imperial. Este legado, que todavía se conmemora en rituales y santuarios, la sitúa como figura central en la cultura nipona.

La personalidad de Amaterasu es presentada como bondadosa y compasiva, asociándola a la calidez y protección maternal. Según la mitología, la deidad nació del ojo izquierdo del dios Izanagi cuando éste se purificaba, consolidando una triada divina junto a sus hermanos Susanoo (el dios del mar) y Tsukuyomi (la deidad lunar).

El conflicto divino: Amaterasu y Susanoo

El relato central que concluye en el encierro de Amaterasu en la cueva Amano-Iwato está originado por una serie de disputas con su hermano menor, Susanoo. Este, tras perder su puesto en la jerarquía divina, se mostró rebelde y agresivo, protagonizando actos de vandalismo en los dominios de la hermana.

Entre las acciones de Susanoo destacan la destrucción de los campos de arroz sagrado y el acto de arrojar excrementos en los palacios y templos de Amaterasu, actos que indignaron a la diosa y alarmaron a los demás kami. No obstante, Amaterasu fue inicialmente indulgente, excusando el comportamiento de su hermano ante el resto de los dioses y confiando en que sus travesuras no generarían más problemas.

El punto de no retorno llegó con un ataque a la hilandería sagrada. Susanoo realizó un agujero en el tejado, desolló un caballo celestial y lo arrojó desde lo alto. Las sirvientas que tejían las vestimentas sagradas, sorprendidas, murieron atravesadas por los instrumentos de trabajo al caer el animal en la sala. Algunas versiones, como las del Kojiki, indican que el caballo cayó directamente sobre Amaterasu, hiriéndola, y que una de las hijas de la diosa, Ukahirume, murió aquel día.

La reclusión de Amaterasu en la cueva Amano-Iwato

Profundamente dolida, Amaterasu optó por ocultarse en la caverna llamada Amano-Iwato (literalmente, «Puerta de Roca Celestial»), bloqueando el acceso con una roca enorme. Esta decisión sumió a ambos mundos, el celestial Takamagahara y el terrenal Ashihara, en una oscuridad densa y prolongada. Al faltar la luz solar, reinó el caos, la confusión y los malos espíritus proliferaron, lo que generó pánico entre los seres divinos y mortales.

Este episodio es considerado uno de los momentos más dramáticos y simbólicos del folclore japonés, ya que la ausencia de la diosa del sol representaba la amenaza absoluta: la falta de luz, la vida en riesgo y el equilibrio roto.

La estrategia para sacar a Amaterasu: los dioses en acción

Los dioses, alarmados por la oscuridad, se reunieron a las puertas de Amano-Iwato para buscar una solución y devolver la luz al mundo. Omoikane, deidad de la inteligencia, propuso reunir gallos cuyo canto pudiera incitar a la diosa a salir, pero la táctica no funcionó. Fue entonces cuando Ishikoridome creó el espejo Yata no Kagami, uno de los tesoros más sagrados de Japón.

Simultáneamente, otras deidades fabricaron objetos sagrados y decorativos, como ramas de sakaki y gohei, para embellecer la entrada de la cueva y captar la atención de Amaterasu. Ame-no-Tajikarao se posicionó estratégicamente para actuar si la diosa se acercaba a la salida, mientras que Ama-no-Koyane y Futodame preparaban nuevas ofrendas y objetos rituales.

El punto crucial lo protagonizó Ame-no-Uzume, diosa de la alegría y la danza. Entrando en trance, comenzó a bailar desinhibidamente, despojándose de su ropa y exponiendo sus genitales ante la multitud de dioses, provocando una carcajada general que hizo temblar el cielo. El escándalo, el bullicio y el júbilo desconcertaron a Amaterasu, atrapada en el interior de la cueva.

Movida por la curiosidad ante el jolgorio exterior, la diosa abrió ligeramente la entrada y preguntó quién era la deidad que provocaba toda esa alegría en medio de la oscuridad. Le respondieron mostrándole el espejo Yata no Kagami, de modo que Amaterasu, al ver su propio reflejo por primera vez, quedó fascinada y sorprendida.

Aprovechando ese instante, Ame-no-Tajikarao tiró de la diosa y la sacó al exterior, mientras Futodame aprovechó para colocar una cuerda sagrada shimenawa en la entrada, impidiendo que pudiera volver a entrar. Con este acto, la luz regresó a los cielos y a la tierra, y el equilibrio se restableció entre dioses y hombres.

Consecuencias del mito: el castigo de Susanoo y la restauración del orden

Con Amaterasu de regreso, las deidades deliberaron sobre el castigo apropiado para Susanoo, causante del caos y la oscuridad. El veredicto fue contundente: Susanoo tuvo que ofrecer grandes tributos, cortarse la barba y las uñas de las manos y pies, y finalmente fue desterrado de Takamagahara, el plano celestial. A raíz de este castigo, Susanoo inicia sus propias peripecias terrenales, asociadas a otras leyendas fundamentales de la mitología japonesa.

Gracias a la intervención conjunta de las deidades y la astucia de Ame-no-Uzume, la luz del sol pudo volver al mundo, reafirmando el papel de Amaterasu como deidad solar y madre protectora del pueblo japonés. La cooperación, la creatividad y la fe en la unión de los kami constituyen el mensaje subyacente de este mito, que gira en torno al restablecimiento del orden tras el caos.

La cueva Amano-Iwato: ubicación, culto y turismo actual

La cueva Amano-Iwato no solo es relevante en lo simbólico, sino también como destino turístico y de peregrinación. Se encuentra en Takachiho, prefectura de Miyazaki, en la isla de Kyushu. Aunque varios lugares de Japón reclaman ser el sitio real del suceso —como santuarios en Kioto, Okinawa, Okayama, Shiga, Mie y Tokushima—, el enclave más célebre es el Amano Iwato-jinja de Takachiho.

El santuario Amano Iwato-jinja está edificado junto al desfiladero que contiene la cueva, y es un centro de devoción para quienes rinden homenaje a Amaterasu. Hoy en día, la entrada principal de la cueva no es accesible al público general, pero puede ser contemplada desde la orilla opuesta, permitiendo apreciar una imponente cuerda shimenawa que simboliza la protección y el cierre definitivo de la caverna para evitar el regreso de la diosa al encierro.

Debido a su significado religioso y mitológico, el santuario y sus alrededores atraen a turistas, peregrinos y amantes de la cultura japonesa. El entorno natural es impresionante: el río, los montones de piedras rituales y la atmósfera mística añaden una dimensión mágica a la visita.

El festival Amano Iwato Kagura y la celebración de la leyenda

Uno de los aspectos culturales que mantienen viva la leyenda es el festival Amano Iwato Kagura, un evento tradicional que honra el mito de Amaterasu y la cueva celestial. Durante esta celebración, se representan danzas kagura, originadas precisamente en la danza extática de Ame-no-Uzume. Estos bailes sagrados, cargados de simbolismo, reconstruyen la historia ante los asistentes y revitalizan la conexión entre pasado y presente.

El festival tiene lugar en el santuario Amano Iwato-jinja y atrae a visitantes de todo Japón y del extranjero, consolidándose como una de las experiencias más emotivas y auténticas de la cultura nipona. Además, durante los días festivos, los visitantes pueden sumergirse en la atmósfera ceremonial, conocer mejor los rituales y la liturgia sintoísta, y disfrutar de los paisajes naturales que rodean Takachiho.

La danza kagura, con su mezcla de música, movimiento y teatralidad, simboliza la alegría de la comunidad divina al recuperar la luz y la esperanza, evocando la importancia de la cooperación, la fe y la celebración en la vida cotidiana.

El significado de los objetos sagrados: el espejo Yata no Kagami y la cuerda shimenawa

Dos elementos fundamentales de la leyenda son el espejo Yata no Kagami y la cuerda shimenawa, ambos protagonistas en el desenlace del mito de Amano-Iwato. El espejo, fabricado por la diosa Ishikoridome, permitió engañar a Amaterasu mostrando su reflejo y asombrándola hasta el punto de salir de la cueva. Este objeto es uno de los Tres Tesoros Sagrados de la familia imperial japonesa, junto con la espada Kusanagi y la joya Yasakani no Magatama, y se guarda en el Gran Santuario de Ise, otro de los enclaves fundamentales del culto a Amaterasu.

La cuerda shimenawa, por su parte, es un elemento ritual que aparece en la entrada de la cueva para evitar que la diosa volviera a refugiarse en su interior. Actualmente, la podemos ver en multitud de templos sintoístas, cumpliendo una función protectora y de delimitación de lo sagrado frente a lo profano.

Ambos objetos representan la capacidad del ser humano y de los dioses para crear, proteger y restaurar el equilibrio, y son recordados en la liturgia y las ofrendas que los fieles realizan cada año.

Otros enclaves y santuarios relacionados con la leyenda

Aunque el santuario Amano Iwato-jinja es el principal referente, existen otros lugares en Japón que reivindican su conexión con la leyenda de la diosa solar. Entre ellos destacan:

  • Santuario Amato en Kioto
  • Santuario Kayabe en el monte Hiruzen (Okayama)
  • Santuario Shirahige en Takashima (Shiga)
  • Kofun en el Monte Takakura en Gekū, cerca del Santuario de Ise (Mie), cuya ascensión estuvo vetada durante la era Meiji
  • Santuario Ama-no-Iwato en Tsurugi (Tokushima)
  • Iheya en Shimajiri (Okinawa)

Estas ubicaciones no solo son puntos de interés turístico y religioso, sino también testigos de la persistencia de la tradición oral y la pluralidad de versiones en la mitología japonesa.

Reflexiones sobre el legado de Amaterasu y Amano-Iwato

La historia de Amaterasu y su refugio en Amano-Iwato ha influenciado no solo la religión y la política japonesa, sino también la cultura popular, el arte, la literatura y las festividades. Ha sido interpretada como símbolo de renacimiento, esperanza ante el caos y modelo de liderazgo y reconciliación.

El papel de Amaterasu como deidad solar, madre protectora e inspiradora de festividades como el kagura, la ha situado en el centro de la espiritualidad japonesa. Su vínculo con la familia imperial refuerza la unidad del país y la continuidad de las tradiciones.

Visitar la cueva, presenciar los ritos y conocer el relato permite conectar con una parte esencial del espíritu japonés. La leyenda continúa vigente y despierta interés tanto en fieles como en amantes del folclore universal.

La fascinante historia de Amaterasu y la cueva Amano-Iwato evidencia cómo la mitología puede ser simultáneamente historia, religión y celebración. La combinación de paisajes naturales, riqueza ritual y narraciones llenas de emoción convierten a este mito en una de las joyas de la cultura japonesa y universal.

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