Dioses y Deidades (Kami) Japoneses: Historia, Tipos y Significado en la Cultura de Japón

  • Los Kami son entidades espirituales fundamentales en la religión y cultura japonesas, con influencia en la naturaleza, la sociedad y la vida cotidiana.
  • Existen numerosos tipos de Kami, que varían desde dioses creadores y celestiales hasta espíritus de la naturaleza y antepasados venerados.
  • El sincretismo entre sintoísmo y budismo ha generado una visión única de la espiritualidad japonesa, permitiendo que los Kami evolucionen y se adapten a lo largo de los siglos.

Dioses y deidades japonesas kami

Cuando se piensa en la cultura japonesa, es imposible pasar por alto la profunda relación que este pueblo ha tenido a lo largo de su historia con los seres que habitan el mundo espiritual. Los dioses y deidades, conocidos como Kami, ocupan un lugar central en la cosmovisión japonesa, influyendo en su día a día, sus festividades y hasta la concepción misma del destino y la naturaleza. A través de leyendas, rituales, santuarios y tradiciones milenarias, los Kami han tejido un entramado espiritual que conecta al individuo con el universo, trascendiendo fronteras entre lo humano y lo divino.

La fascinación por los Kami y su papel en la sociedad nipona ha cautivado tanto a estudiosos como a curiosos de todo el mundo. ¿Qué son exactamente estos dioses? ¿Todos los japoneses creen en ellos del mismo modo? ¿Cuántos tipos existen y cuáles son los más venerados? Sumérgete en este recorrido completo por la naturaleza de los Kami, su origen, evolución a lo largo de los siglos y su importancia en la actualidad.

¿Qué son los Kami? Definición y concepto

Representación de un kami japonés

La palabra «Kami» en Japón se traduce comúnmente como “dios” o “deidad”, pero su significado va mucho más allá de la concepción occidental de un solo ser supremo. “Kami” hace referencia a entidades espirituales, energías, espíritus o manifestaciones divinas que pueden habitar en elementos naturales (como montañas, ríos, árboles, animales, el sol y la luna), objetos culturales, personas extraordinarias o antepasados. Incluso fenómenos personales y sociales pueden ser considerados Kami si despiertan asombro, respeto o temor en la colectividad.

El sintoísmo, la religión originaria de Japón, fundamenta su cosmovisión en la existencia y veneración de los Kami. No existe una figura todopoderosa como en las religiones monoteístas; por el contrario, se habla de miles o incluso millones de Kami, cada uno con su carácter, dominio y personalidad propios. En japonés, la expresión «yaoyorozu no kami» (八百万の神) hace referencia a «ocho millones de deidades», una hipérbole cultural para expresar la infinitud de estos seres.

Una de las particularidades de los Kami es que no siempre presentan rasgos humanos y pueden ser tanto masculinos como femeninos, duales o incluso cambiar de género según la región o el mito. Además, no todos los Kami son necesariamente bondadosos: pueden tener cualidades positivas y negativas, favorecer a los humanos si se les respeta y honra, o desatar su ira si se les ofende.

En la tradición japonesa, cualquier cosa que sobresalga por su poder, belleza o singularidad podía ser considerada un Kami. Así, se podía rendir culto tanto a grandes montañas como al espíritu de una roca, a un bosque, a animales excepcionales o incluso a personas ilustres y emperadores tras su muerte, que podrían ser elevados al rango de Kami.

Origen y evolución del concepto de Kami en Japón

Evolución histórica de los kami japoneses

El culto a los Kami se remonta a las épocas más ancestrales del archipiélago japonés, mucho antes de la llegada del budismo (alrededor del siglo VI d.C.). Durante el periodo Jōmon (del 13000 a.C. al siglo III a.C.), caracterizado por comunidades de cazadores-recolectores, ya existía una reverencia hacia la naturaleza y sus fuerzas como manifestaciones sagradas.

Con el paso de los siglos, este animismo se fue mezclando con chamanismo proveniente de la península coreana y con influencias chinas, dando lugar a un complejo sistema de creencias que no llegaba a articularse como una religión organizada hasta la llegada del sintoísmo (“el camino de los dioses”). Las crónicas más antiguas que recogen las historias de los Kami son el Kojiki (“Registro de cosas antiguas”, año 712) y el Nihon Shoki (720), en las que se narran mitos fundacionales, genealogías divinas y el origen sobrenatural de Japón.

La función de los Kami fue adaptándose a las necesidades y preocupaciones de cada época. Al principio, se les veneraba como espíritus protectores ligados a la tierra, los cultivos, la fertilidad y la supervivencia. Más tarde, algunos se convirtieron en guardianes de familias, clanes y regiones. La relación con los Kami implicaba respeto, ofrendas y rituales para obtener su favor o aplacar su posible enojo (como catástrofes naturales, enfermedades o malas cosechas).

Con la llegada del budismo, la relación entre ambas religiones no fue de confrontación, sino de sincretismo. Budas y Kami llegaron incluso a identificarse o mezclarse en algunas creencias, considerándose que los Kami eran manifestaciones locales de budas y bodhisattvas, o que los difuntos podían evolucionar en Kami protectores tras su muerte.

Durante la época de dominio imperial y del shogunato, el papel de los Kami fue instrumentalizado para reforzar la autoridad de la familia imperial y la figura del emperador, considerado descendiente directo de Amaterasu, la diosa del sol y principal deidad sintoísta.

Características de los Kami: Naturaleza y función

Los Kami presentan una serie de características únicas que los diferencian de las deidades de otros panteones:

  • Dualidad moral: Los Kami pueden ser benéficos o perjudiciales, dependiendo de la actitud humana hacia ellos y de su propia personalidad. Se manifiestan a través de fuerzas de la naturaleza, emociones humanas o acontecimientos extraordinarios.
  • Presencia invisible: Aunque se cree que los Kami habitan en lugares sagrados (montañas, ríos, árboles, rocas), raramente se les representa físicamente; suelen estar en un plano oculto o paralelo al nuestro. Solo durante los rituales pueden llegar a “poseer” temporalmente objetos, personas o animales.
  • Cantidad indefinida: El número de Kami es simbólicamente infinito (“millones”), y su panteón crece a medida que cambian las necesidades sociales, surgen nuevos problemas o desafíos, o se incorporan figuras históricas y leyendas locales.
  • Relación de tutela: Cada Kami guarda, protege o influye sobre un ámbito específico: un lugar, una actividad (pesca, agricultura, guerra), una familia, una enfermedad, etc. Los humanos, a cambio, tienen deberes de respeto, cuidado y participación en los rituales.
  • Interdependencia con el ser humano: Existe una relación constante de intercambio. Si se honra correctamente a los Kami mediante rituales y respeto, pueden conceder salud, prosperidad o buenos frutos; si se los descuida o ofende, pueden desencadenar infortunios.

En definitiva, los Kami no son seres alejados ni distantes, sino fuerzas profundamente integradas en la vida y el entorno japonés, presentes en el agua, el viento, la comida, los antepasados y casi cualquier rincón de la naturaleza o la cultura.

El Sintoísmo: El camino de los dioses y su influencia social

El Sintoísmo (Shintō) es la religión nativa de Japón y la principal vía de relación con los Kami. No se trata de una religión dogmática ni organizada al estilo occidental, sino de una red fluida de prácticas, ritos, festividades y creencias transmitidas oralmente o recogidas en textos antiguos.

En el Sintoísmo se pone énfasis en la pureza personal y colectiva, la armonía con la naturaleza y la realización de rituales específicos en santuarios (llamados jinja), donde se honra la presencia de uno o varios Kami. Estos rituales incluyen oraciones, ofrendas, procesiones, danzas y fiestas populares (Matsuri) que siguen el calendario agrícola o conmemoran hechos legendarios.

La máxima autoridad en cada santuario es el Kannushi, encargado de dirigir los rituales, y frecuentemente colaboran también las Miko, jóvenes vestidas de blanco y rojo, que asisten en ceremonias y servicios religiosos.

Los santuarios sintoístas suelen estar en entornos naturales (bosques, montañas, ríos) y se reconocen por la emblemática puerta Torii, que señala la entrada a un espacio sagrado donde la presencia de los Kami es más intensa.

La observancia de la pureza es fundamental: antes de acercarse al altar y realizar ofrendas, los fieles deben purificarse las manos y la boca en el Temizuya (fuente ritual). Después, se ofrenda una pequeña suma de dinero, se golpea una campana para llamar la atención de los Kami y se realizan reverencias y palmadas para mostrar respeto y solicitar sus bendiciones.

Tipos de Kami: Clasificación y funciones principales

Dado el carácter diverso y cambiante de los Kami, se han establecido diversas clasificaciones para comprender su función y naturaleza. Entre las más relevantes:

  • Kamis creadores (Kotoamatsukami): Estos son los primeros seres divinos que surgieron espontáneamente en el mito de la creación. No son producto de otro ser y desempeñan un papel primordial en la génesis del universo y las islas de Japón.
  • Kamis celestiales (Amatsukami): Residen en la “Alta Llanura Celestial” o Takama-ga-hara. Son inmortales y, según la tradición, algunos de sus descendientes bajaron a la tierra para gobernar a los humanos.
  • Kamis terrestres (Kunitsukami): Estas deidades están asociadas al mundo terrenal, la naturaleza y las actividades humanas. Son mortales en algunas leyendas y descenden de los primeros dioses creadores.
  • Espíritus de antepasados: Personas excepcionales, nobles o emperadores pueden ser deificados como Kami tras su muerte. Esta práctica refuerza la idea de que el espíritu humano puede trascender y proteger a sus descendientes y la comunidad.
  • Kami de la naturaleza: Espíritus que habitan en elementos destacados del paisaje (montañas, ríos, árboles milenarios, rocas) y fenómenos naturales (viento, lluvia, tormentas).
  • Kami de los objetos: Ciertos objetos culturales o poseedores de gran antigüedad y relevancia pueden albergar la presencia de un Kami.
  • Kami de la actividad y las profesiones: Hay deidades para la agricultura, la guerra, la pesca, la protección de los viajeros, los estudiantes, la salud, la poesía, entre otras áreas de la vida humana.

La flexibilidad del concepto de Kami permite que este panteón se amplíe sin cesar, incorporando nuevas figuras según avanza el tiempo y surgen nuevos desafíos colectivos.

Los principales Kami japoneses: Dioses más venerados y sus dominios

Entre la miríada de Kami que pueblan la mitología y la religión japonesa, algunos destacan por su relevancia nacional, fama de milagros o peculiaridad de sus historias. Conoce a los más señalados del panteón japonés:

  • Amaterasu Ōmikami (天照大御神): Diosa del sol, máxima deidad sintoísta y antepasada mítica de la familia imperial. Su mito enfatiza la importancia de la luz, la agricultura y el orden cósmico. Su símbolo aparece en la bandera japonesa, y el Santuario de Ise le está consagrado.
  • Tsukuyomi (月読命): Dios de la luna, hermano de Amaterasu y Susanoo. Representa la noche y los ciclos lunares. Según la leyenda, fue separado para siempre de su hermana tras un conflicto, explicando así la alternancia entre día y noche.
  • Susanoo-no-mikoto (須佐之男命): Dios del mar, las tormentas y las batallas. Hermano de Amaterasu, es famoso por su carácter tempestuoso y por hazañas como derrotar a la serpiente Yamata-no-Orochi.
  • Inari Ōkami (稲荷大神): Deidad de la fertilidad, el arroz y la prosperidad. Muy popular tanto en el sintoísmo como en el budismo, se le asocia con los zorros (kitsune), que ejercen como sus mensajeros. Su santuario más famoso es el Fushimi Inari en Kioto.
  • Hachiman (八幡神): Dios de la guerra y protector del pueblo japonés, vinculado a la agricultura y la pesca en sus orígenes. Posteriormente asociado con los samuráis.
  • Tenjin (天神): Kami de la educación y la erudición, encarnado por Sugawara no Michizane, un erudito de la corte Heian deificado tras su muerte. Los estudiantes rezan a Tenjin antes de los exámenes importantes.
  • Raijin y Fujin (雷神・風神): Raijin es el dios del trueno y el rayo, mientras que Fujin representa el viento. Ambos, de aspecto demoníaco, simbolizan las fuerzas meteorológicas y suelen aparecer juntos en templos y santuarios.
  • Ryūjin (龍神): Dios dragón del mar y las tormentas, señor de los océanos y protector de los pescadores. Se le concede influencia sobre lluvias y tempestades.
  • Benzaiten (弁才天): Única mujer entre los siete dioses de la fortuna, es la diosa de la música, el conocimiento, las artes y el amor. Su culto incorpora elementos de la diosa hindú Saraswati.
  • Omoikane (思兼): Deidad de la reflexión y la sabiduría, invocada por otros dioses en busca de consejo ante dilemas importantes.
  • Sarutahiko Ōkami (猿田彦大神): Dios terrenal, de nariz prominente, protector del puente entre el cielo y la tierra. Es venerado como guardián de los caminos y guía espiritual.
  • Uzume (天宇受売命): Diosa de la alegría, famosa por su danza con la que devolvió la luz al mundo tras el retiro de Amaterasu.
  • Ebisu (恵比須): Kami de la pesca y la prosperidad, representado como un hombre sonriente con caña de pescar y un pez. Es uno de los dioses de la fortuna.
  • Suijin (水神): Dios del agua, relacionado con ríos y criaturas acuáticas.
  • Daikokuten (大黒天): Deidad de la riqueza y la buena suerte, originalmente de origen hindú, patrón de los agricultores.
  • Kami de enfermedades (por ejemplo, Hogami): Algunas deidades evolucionaron para proteger contra enfermedades específicas, como la viruela o los furúnculos.

La lista de Kami es inabarcable: se estima que solo en el Santuario Yasukuni de Tokio se consagran más de dos millones de Kami individuales.

Mitos fundacionales: Izanagi e Izanami y el nacimiento de Japón

El mito de la creación japonesa es una de las historias fundacionales más emblemáticas de la mitología nipona. Según estas leyendas, en el principio solo existía el caos, hasta que surgieron las primeras deidades primordiales. De entre ellas, Izanagi (el varón) e Izanami (la mujer) recibieron la misión de crear las islas de Japón.

Agitando el mar con una lanza celestial, gotearon barro que se consolidó como la primera isla. De su unión nacieron otras islas y muchos dioses elementales: del fuego, el agua, la tierra, entre otros. No obstante, el nacimiento del dios del fuego provocó la muerte de Izanami, que descendió al inframundo. Izanagi, en su dolor, intentó recuperarla, pero finalmente regresó solo al mundo de los vivos, purificándose en un baño ritual. De esta purificación surgieron los tres grandes Kami: Amaterasu (del ojo izquierdo), Tsukuyomi (del ojo derecho) y Susanoo (de la nariz).

Este mito no solo explica el origen de Japón y su panteón, sino que también introduce rituales de purificación presentes hasta el día de hoy en la religión sintoísta.

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La vida y la muerte según el sintoísmo y el budismo

La visión japonesa de la vida y la muerte es el resultado de la mezcla entre sintoísmo y budismo. Según las antiguas creencias, las personas al morir podían regresar a la naturaleza o transformarse en espíritus errantes. Los antepasados se honran como Kami protectores y el respeto hacia ellos es una forma de mantener el vínculo con el pasado y la familia.

El budismo, en cambio, aportó la idea del ciclo de reencarnaciones y el objetivo de alcanzar el nirvana. Con el tiempo, ambos sistemas se fusionaron en la vida cotidiana: los japoneses pueden acercarse a un santuario sintoísta para pedir buena suerte, y realizar funerales budistas para sus seres queridos, confiando en que sus espíritus alcanzarán la paz y podrán convertirse en Kami o budas según su comportamiento.

Rituales y celebraciones en honor a los Kami

El culto a los Kami está profundamente vinculado a las celebraciones y festividades japonesas. Destacan festivales tradicionales (Matsuri) que marcan el calendario rural, la llegada de las estaciones o la conmemoración de mitos y leyendas ancestrales.

  • Hōnen Matsuri: Festival de la fertilidad celebrado cada 15 de marzo, especialmente famoso en Komaki (cerca de Nagoya).
  • Gion Matsuri: Uno de los festivales más grandes de Kioto, en julio, en honor a los Kami protectores contra las epidemias y catástrofes.
  • Jidai Matsuri: Festival de las épocas en Kioto, con desfiles históricos y ofrendas a los dioses.
  • Aoi Matsuri: Celebración en los santuarios Shimogamo y Kamigamo de Kioto, con rituales de agradecimiento por la prosperidad agrícola.
  • Tanabata: Festival de las estrellas, de origen chino, que mezcla leyendas sobre Kami con elementos astrológicos.
  • Setsubun: Celebración de cambio de estación, en la que se lanzan habas de la suerte para expulsar los malos espíritus y atraer la buena fortuna, invocando la protección de los Kami.
  • Año Nuevo (Shōgatsu): Uno de los rituales más destacados consiste en purificarse y acudir a los santuarios para pedir salud, suerte y prosperidad a los Kami para el año entrante.

Además, en cada santuario existen celebraciones propias vinculadas a la deidad tutelar, con bailes, música, representaciones teatrales, procesiones y banquetes comunitarios.

El sincretismo entre Kami y otras deidades: Budismo y creencias populares

Uno de los aspectos más fascinantes de la religión japonesa es la capacidad de integrar elementos extranjeros en su tejido espiritual. Cuando el budismo llegó de la mano de China y Corea, lejos de desplazar a los Kami, se produjo una fusión conceptual. En muchos templos y santuarios, la distinción entre Buda y Kami se volvió borrosa, considerándose que los Kami podían ser manifestaciones locales de los bodhisattvas o que los budas adoptaban formas japonesas para guiar a la población.

Este sincretismo se consolidó durante los periodos Heian y Kamakura, donde era habitual rezar tanto a Kami como a budas por protección, salud y prosperidad. Así, la espiritualidad japonesa se configura como un mosaico abierto y flexible, donde las tradiciones conviven y se adaptan a las necesidades de la sociedad.

Presencia de los Kami en el día a día japonés actual

Aunque la modernidad y la globalización han transformado muchos aspectos de la sociedad japonesa, los Kami siguen presentes en la vida cotidiana. Es común ver santuarios urbanos o rurales, pequeños altares en casas, tiendas u oficinas, y rituales personales de agradecimiento u oración ante los Kami protectores.

Las festividades religiosas siguen siendo acontecimientos clave para mantener la identidad colectiva, y el respeto por la naturaleza y los antepasados permanece arraigado en la cultura. El carácter integrador de los Kami permite que convivan con la tecnología, la cultura pop y las nuevas corrientes espirituales.

Incluso en el arte, la literatura y la animación japonesa actual, los Kami y sus leyendas siguen proporcionando inspiración y sirven como símbolo de la relación espiritual entre el ser humano, su entorno y el misterio de la existencia.

Así, los Kami son un reflejo vivo de la cosmovisión japonesa: múltiples, cambiantes, presentes en lo cotidiano y lo extraordinario, guardianes y testigos de una tradición milenaria que sigue evolucionando sin perder sus raíces.

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