En los tiempos del reinado de los dioses del Olimpo, no todo fue aventuras y travesías fantásticas. También existieron reyes mortales que marcaron la mitología griega, siendo el rey Edipo uno de ellos. Antes de llegar a trono, fue un niño abandonado por sus padres, aunque a los años, la vida los volvió a encontrar.
Te invito a leer sobre una trágica historia donde un rey no pudo escapar de su destino, fijado por un maligno oráculo desde antes de su nacimiento. La existencia de Edipo ya estaba marcada y sucedió justo así como se lo habían previsto, pasando sus últimos días en la desdicha y un profundo dolor.
¿Quiénes fueron los padres de Edipo?
Esta es la historia de Edipo, un pequeño príncipe hijo de dos mortales: Layo y Yocasta. Estos esposos quisieron ver su futuro a través del oráculo de Delfos, como siempre se acostumbraba en los tiempos de la antigua Grecia.
Este oráculo no le deparó nada bueno para este bebé que aún no había nacido. Dijo a sus padres que su primogénito lo mataría y se casaría con su madre, por lo que Layo se muy preocupado. Cuando el niño nació, su padre mandó a su amigo a desaparecerlo, pero éste no tuvo corazón de acabar con su vida. De modo que lo amarró de los pies a un árbol en el monte Citerón.
Destinado a morir, un buen pastor llamado Forbas lo encontró y lo llevó a su amo Pólibo, rey de Corinto. Él a su vez se lo lleva a su amada esposa, la reina Mérope. Ella complacida por el acto de compasión de su querido esposo, decide quedarse con él. Ambos adoptan al niño como su hijo y lo llaman Edipo, que para ellos significaba “pies hinchados”. Desde entonces se convierte en el príncipe de Corinto.
¿Cómo Edipo descubre la verdad de su vida?
Edipo durante su adolescencia se veía muy bien entrenado en los ejercicios militares. Sus demás compañeros les tenían envidia, por eso les dijeron: “eres adoptado, tus verdaderos padres nunca te quisieron”. Edipo dolido por estas palabras tan duras, pregunta a la reina la verdad de su origen: “dime madre, ¿es cierto que no eres mi madre? ¿Quiénes son mis padres?”. A lo que la reina Mérope siempre decía que era ella y nadie más.
Sin embargo, él seguía con las dudas, así que consternado, decide ir hasta el oráculo de Delfos para escuchar su versión. Allí escuchó lo más triste de su vida: no era hijo de los reyes de Corinto, sus padres era los reyes de Tebas, quienes no lo quisieron por su amargo destino. Su presagio era horrible, nefasto. De modo que le recomendó no ir Tebas jamás. Pero Edipo no obedeció, se dirigió de inmediato a Fócida, a partir de ese momento comenzaron a cumplirse las desgracias de las profecías anunciadas.
¿Cómo se cumplieron las profecías de Edipo?
La confusión de Edipo lo condujo a cumplir el tan temible destino que el oráculo le había sentenciado. Deseoso de librarse de su presagio, no se fue a Corinto sino a Tebas, donde sí se harían realidad. En el camino se encontró con un grupo de hombres a quienes aniquiló porque creía que iban atacarlo, uno de ellos era el rey Layo, su verdadero padre. Pero Edipo aún no lo sabía y pasaría mucho tiempo para descubrir la verdad.
Más adelante lo atacó un gran monstruo espantoso a quienes todos los viajantes temían. Este se dedicaba atacar a los viajantes si estos no respondían sus enigmas. Se trataba de la Esfinge, una extraña criatura con cuerpo de perro, cola de serpiente, alas de pájaros, manos de mujer, garras de león, cara de doncella y voz masculina. Cuando Edipo la enfrentó en el camino ella le dijo el acertijo, el cual, descifró acertadamente. Así que ella se desintegró y no volvería atacar nunca más.
Todos celebraron la destrucción de la Esfinge. Hicieron una gran fiesta y celebraron porque ya no atacaría a otra persona. Además, detrás de todo esto estaba la promesa de Creonte, el excuñado del difunto rey Layo. Él ofreció la mano de su hermana Yocasta y el reinado a quien lograda derribar la Esfinge. Así se cumpliría la segunda profecía del oráculo: el primogénito se casaría con su madre.
El destino final de Edipo
Una vez destruida la odiosa Esfinge, Edipo y Yocasta se casan tal como la ofreció su hermano. Durante sus vidas, tuvieron hijos y realmente eran felices reinando Tebas. Hasta que la desgracia llegó a la región. Una feroz peste de acontecimientos catastrófico invadió la paz y prosperidad de los habitantes, obligándolos a dirigirse a su rey Edipo para buscar solución.
Los tebanos de todas las edades se dirigen al palacio con ramas de laurel y olivo. Junto con ellos estaba el sacerdote de Zeus, quien habla a Edipo en nombre de su pueblo: “Tebas, se encuentra consternada por la desgracia y no puede levantar la cabeza de ese abismo letal en que está sumergida…”. El rey Edipo los escucha atentamente y luego se marchan a sus casas.
Mientras tanto, va llegando Creonte con noticias dadas del oráculo del dios Apolo. Estas noticias no son nada alentadoras para el rey, pues, que ellas se descubre que el rey Layo fue asesinado sin hacerse justicia. El dios ordenaba castigar a quienes lo hicieron, sin importar quienes hayan sido. Una vez hecha justicia, Tebas volvería a la normalidad.
En búsqueda de solución, el rey manda a reunir a personajes sabios como: Corifeo, Corifeo, Tiresias, al antiguo mensajero del rey Pólibo, el antiguo pastor de Layo y hasta su esposa Yocasta. Escuchando a cada el desdichado Edipo llegó a la conclusión de que se había cumplido la horrenda profecía del oráculo, a la que él tanto le huía.
¿Cuál fue el trágico resultado? Edipo es desterrado de Tebas junto con sus hijos. Yocasta se suicidó al ver que todo lo que había sucedido. La nación renace de nuevo y siguieron una vida normal. Así concluyen los últimos días de Edipo el rey, un desdichado hombre marcado con un mal augurio desde antes de su nacimiento y siempre lo persiguió hasta el final de su vida.