La mitología griega está llena de personajes fabulosos que no dejan de sorprendernos. Uno de ellos es la hermosa doncella Perséfone, que en principio era la reina de la vegetación y luego llegó a ser convertida en la diosa del Hades. Es difícil reconocer que su dulzura e inocencia llegaron a convertirse en su peor condena.
Hoy quiero hablarte sobre la historia de esta joven descendiente de Zeus. Te emocionará conocer su vida tanto en la tierra, como el inframundo. Te narraré acerca de su origen, cómo fue su vida y cuál es su relación con las estaciones del año. Verás que esta aventura te va a gustar.
Origen de Perséfone
Según la leyenda, esta jovencita era hija de Zeus, el dios de los dioses del Olimpo y rey de los hombres terrestres. Deméter, su madre, era diosa de las tierras, tenía el dominio sobre la agricultura, se encargaba de la fertilidad y protección de los cultivos de todo tipo y sus cosechas. Sin embargo, ambos padres no vivían juntos; Zeus vivía con Hare en el Olimpo, mientras que Deméter habitaba en la Tierra con su hija.
Madre e hija hacían el equipo perfecto para mantener la armonía verde en el planeta. La madre hacía brotar las semillas de la tierra y su hija, Perséfone, se encargaba de mantener el equilibrio en las plantas. Su presencia sostenía toda la vegetación y hacía florecer los campos.
Llevaban una vida muy tranquila y fascinante, pues, se encargaban de darle vida a flora, alejadas del Olimpo y todos sus dioses. Hasta que un amargo día todo cambió entre ellas, el día más oscuro de la vida de Perséfone. A partir de entonces su existencia fue dividida entre el mundo de los vivos y de los muertos y la naturaleza nunca más volvió a ser igual que siempre. ¿Qué ocurrió para llegar a esta situación?
Perséfone es secuestrada por Hades
Perséfone y su madre solían hacer caminatas entre la naturaleza para apreciar de cerca las obras de sus atributos. Con ellas sentían gran felicidad y les motivaban a seguir creando más vegetación, llenas de pasión en beneficio de todos los habitantes de la Tierra. Siempre recorrían los campos, riachuelos y sembradíos.
Un día soleado como tantos otros, Perséfone sale de paseo por el bosque junto con su madre y unas amigas ninfas que siempre las acompañaban. En medio de los jardines floridos estaba la dulce doncella, contemplando las hermosuras multicolores junto a sus compañeras, sin embargo, su mamá se había distanciado a recorrer otras áreas.
Este pequeña separación entre madre e hija les costó caro, puesto que alguien estaba muy atento a ella y solo esperaba el mínimo descuido para arrebatarla y llevársela consigo a las fuerzas. Este malhechor no era otro que Hades, el dios de los infiernos.
El oscuro personaje la vigilaba sigilosamente, sembrando en su corazón un deseo profundo de tener a esta inocente criatura con él. Ella brillante, alegre, generadora de vida. Él un ser infernal, amante de las penumbras y la muerte. ¿Quién podría creer ambas personalidades llegasen a compaginar alguna vez? Sus pensamientos tomaron más y más fuerza hasta que cedió a sus bajos deseos, tomó su carruaje y salió del inframundo en búsqueda de la pequeña.
Su delirio por Perséfone lo llevó a secuestrarla y llevarla al infierno. Sus amigas ninfas no pudieron evitar el hecho. Cuando todos se dieron cuenta de lo ocurrido, las castigaron por negligencia, mientras que su inconsolable madre seguía buscándola desesperadamente sin tener respuesta, pues desconocía lo que estaba pasando y no tenía idea de su paradero.
Helios, el dios Sol, conmovido por su dolor le contó los hechos del secuestro. Fue cuando ella indignada, cargada de tristeza e impotencia decide ir al mismo inframundo a buscar a su hija, dejando los campos abandonados. Estos dejaron de florecer, los ríos se secaron desde sus orígenes, la brisa ya no soplaba y la naturaleza moría bajo las miradas preocupadas de todos los habitantes.
Démeter sospechó que Zeus tenía complicidad en lo ocurrido y él tuvo que intervenir en el caso. Zeus habla con Hades para que regrese a Perséfone con su madre, sin embargo, Hades se niega a su solicitud porque la inocente princesa no tenía vuelta atrás. Tenía que vivir en el infierno para siempre. Lo único que pudo lograr Zeus fue negociar su estaría entre ambos mundos, unos meses en la Tierra y otros con él en ese lugar, Hades accedió.
Perséfone regresa a la Tierra
Atrapada y sin salida, la pobre Perséfone tuvo que compartir su antigua vida de felicidad y alegría con la de ser reina del inframundo, ambas, totalmente contradictorias. Ella junto con Hades tenía el dominio de los muertos evitando que estos vagaran por otros territorios. Otra con su madre donde bailaba, reía, cantaba y daba vida a los infinitos campos florales.
De esta manera continuó existiendo entre la vida y la muerte. Se dice que tuvo dos hijas de Hades: Makaria, diosa de la muerte; y Melinoe, diosa de los fantasmas. También cuentan los griegos que ayudo Orfeo a recuperar a su esposa fallecida, aunque su intenso fue frustrado por un error.
Esta historieta muestra la vulnerabilidad de la inocencia y la importancia de resguardarse de personas feroces. Como Hades, existen muchos y Perséfone podría ser cualquier princesa inocente. La vida de estos personajes del Olimpo es una muestra clara de la realidad existente entre los humanos.