El fascinante mito egipcio de la creación

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La mitología egipcia siempre ha despertado un enorme interés por sus relatos llenos de simbolismo y profundidad. De entre todos ellos, el mito de la creación destaca como una de las narrativas más fascinantes. Este mito no solo explica cómo se originó el universo según las creencias del antiguo Egipto, sino también cómo los dioses desempeñaron un papel crucial en ese proceso. No es de extrañar que estas historias sigan cautivando a historiadores y curiosos hasta el día de hoy.

El antiguo Egipto ofrecía distintas versiones sobre el origen del universo. Sus mitos estaban profundamente ligados a la religión y los principios fundamentales de la vida, y aunque parecieran contradictorios, convivían en perfecta armonía. A continuación, exploraremos en detalle cómo los egipcios concebían el nacimiento del cosmos, los dioses y la humanidad.

El océano primordial y los primeros dioses

En la cosmovisión egipcia, el inicio de todo estaba marcado por una vasta extensión de aguas oscuras e inmóviles llamada Nun. Este océano original era el caos y al mismo tiempo el potencial de toda creación. De él surgió la primera colina, conocida como el Ben Ben, que desempeñó un papel esencial como el lugar donde comenzó la vida.

Dependiendo de la tradición específica, en esta colina apareció un dios creador. En Heliópolis, por ejemplo, el mito señala que Atum, el dios solar, emergió por sí mismo. Atum era el principio y el fin. Según las versiones, él se masturbó o escupió sobre el Ben Ben para dar vida a los dioses Shu, asociado al aire, y Tefnut, vinculada a la humedad. Shu y Tefnut a su vez engendraron a Geb (la tierra) y Nut (el cielo), los cuales serían los padres de Osiris, Isis, Seth y Neftis, los dioses más conocidos del panteón egipcio.

En otras ciudades como Hermópolis, la creación tiene un matiz diferente. Allí nacieron ocho dioses primordiales, conocidos como la Ogdóada, quienes representaban el caos inicial. Estas divinidades tenían forma masculina con cabezas de rana y femenina con cabezas de serpiente. La Ogdóada dio origen a un huevo cósmico del cual emergió el dios creador, que según el mito podía ser Thot o Atón.

La creatividad divina en otras tradiciones

La mitología egipcia también presenta otras versiones fascinantes sobre la creación. En Menfis, el dios Ptah ocupa el centro del relato. Según este mito, Ptah dio vida al universo a través de su palabra e intelecto. Él pensaba en las cosas en su corazón (Hu) y las hacía realidad con su mensaje verbal (Sia). Este poderoso concepto resalta la importancia del lenguaje y la intención en la creación, algo que también aparece en otras tradiciones como la Biblia.

Otra tradición relevante es la de Tebas, donde el creador es Amón, llamado «el oculto». Amón no solo fue el dios local de Tebas, sino también una de las deidades más influyentes durante el Reino Nuevo. Este mito conecta a Amón con el sol y lo presenta como el progenitor del cosmos y los dioses.

En la ciudad de Esna, por otro lado, destacó el culto a Khnum, el dios con cabeza de carnero que moldeaba a los hombres en un torno de alfarero. Este relato lo describe como el creador tanto de los cuerpos físicos como de las almas, otorgándoles su ka. En Esna, la diosa Neith también aparece como una creadora, lo que resalta que en Egipto incluso las figuras femeninas asumían roles clave en la génesis del universo.

El papel de los hombres en el universo egipcio

Los dioses no solo crearon el universo, sino también a los seres humanos. Según las creencias egipcias, fue Khnum quien modeló a las personas en su torno de alfarero. Este dios no solo se encargó de darles forma física, sino también de dotarles de su ka. El ka simbolizaba la energía vital y era especialmente importante en los faraones, considerados seres divinos.

La creación de los hombres se vinculaba a la necesidad de mantener el orden universal o Maat, un concepto central en la cultura egipcia que representaba la armonía entre los dioses, la naturaleza y la humanidad. Para los egipcios, los faraones no solo eran gobernantes, sino intermediarios entre los dioses y los hombres, responsables de garantizar esta estabilidad cósmica.

Riqueza y diversidad mitológica

Una de las características más curiosas de los mitos de creación en Egipto es que, aunque existían discrepancias entre las versiones, estas no se consideraban contradictorias. Cada tradición se vinculaba al santuario o la ciudad donde se desarrollaba el culto, lo que explica por qué coexistían diferentes dioses creadores. Esta pluralidad religiosa contribuye al carácter distintivo de la mitología egipcia.

Otro aspecto destacable es cómo los egipcios representaron sus creencias en elementos tangibles. El Nun, por ejemplo, no desapareció tras la creación, sino que continuó simbolizando el caos fuera del universo conocido. Por ello, los templos solían tener lagos sagrados que representaban estas aguas primordiales.

Los mitos egipcios de la creación son mucho más que simples historias. Constituyen una ventana a la forma en que un pueblo antiguo entendía el origen de la vida y su lugar en el cosmos, marcando profundamente su cultura y religión.

  • En los mitos egipcios, el caos original era representado por el océano llamado Nun.
  • Distintas ciudades tenían versiones únicas de los dioses creadores, como Atum, Amón o Ptah.
  • La creación de los hombres y el universo enfatiza la relación entre los dioses y el orden cósmico.

Al explorar estas historias, es imposible no sentir admiración por el ingenio y la profundidad de la mitología egipcia. Con su rica combinación de simbolismo, espiritualidad y arte, sigue siendo una fuente inagotable de inspiración y estudio.

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