- El Tengu es una figura clave del folclore japonés, con orígenes en el demonio chino Tiāngoǔ.
- Su imagen ha evolucionado desde espíritu maligno y enemigo del budismo hasta semidiós protector y símbolo cultural.
- Existen distintas variantes de tengu, como Daitengu y Karasu Tengu, veneradas en festivales, templos y cultura contemporánea.
El Tengu es, sin duda, una de las figuras más cautivadoras y enigmáticas dentro del folclore japonés. Atraviesa siglos de historia, mitos y leyendas, evolucionando desde un ser temido por su carácter sobrenatural hasta convertirse en todo un símbolo de la cultura nipona. Este artículo te adentra a fondo en el mundo de los tengu, explorando sus orígenes, variaciones, representaciones artísticas, implicaciones espirituales, relaciones con las artes marciales y su legado en la cultura contemporánea, sin dejar escapar ni un solo matiz de sus múltiples facetas.
¿Qué esconde la silueta de este ser de nariz prominente y poderes mágicos que habita las montañas de Japón? De teología, cuentos populares y arte contemporáneo, pasando por templos, festivales y videojuegos, los tengu han dejado una huella que va mucho más allá de la mera superstición. Si tienes curiosidad por el vasto mundo de los yōkai japoneses, prepárate para un viaje donde la mística y el saber tradicional se dan la mano, repleto de detalles, imágenes y anécdotas poco conocidas.
Orígenes y evolución histórica del Tengu
La historia del Tengu arranca mucho antes de que su imagen fuese la de un ser de rostro rojo y descomunal nariz. Para entender sus raíces hay que mirar hacia China, a la figura del tiāngoǔ, el “perro celestial” o demonio canino. Los primeros escritos sobre el tengu en Japón aparecen en el siglo VII, mencionados en el Nihon Shoki, donde se les vincula con meteoritos y presagios de guerra, un eco directo de las creencias chinas sobre el tiāngoǔ como anuncia conflictos y catástrofes. En aquellos tiempos, el tengu era entendido más como una presencia cósmica, un ente cuya aparición podía trastocar el orden social o natural.
Con el paso de los siglos, el tengu se adaptó al folclore japonés, convirtiéndose en una criatura cambiante. Inicialmente, se le describía como un zorro del cielo, reflejo de su habilidad para el engaño y la transformación, fusionando elementos de otros espíritus como el huli jing chino. Desde el siglo X la imagen del tengu oscila entre la de un zorro astuto y la de un cometa errante. Sin embargo, a partir de la era Heian (794-1185) y especialmente durante la Edad Media japonesa, el tengu muta en un ser alado, más asociado a las aves de presa, en concreto el milano negro o el busardo ratonero, y más tarde incluso con el humano, llegando a portar vestimentas de monjes yamabushi.
Del demonio perturbador a la semidivinidad protectora
En sus orígenes, el tengu era temido como enemigo del budismo, un diablo que ponía a prueba a los monjes y causaba trastornos. Durante siglos, sus historias están plagadas de secuestros, posesiones y desafíos a la fe, reflejando la tensión entre creencias populares y la institución religiosa. El tengu toma la forma de un sacerdote, engaña a los ascetas y es responsable de desapariciones inexplicables, especialmente de niños o monjes extraviados en el bosque. Se accede así a su faceta más oscura, como espíritu de la ira y la vanidad, o incluso como la reencarnación de monjes caídos en desgracia.
Pero la imagen de los tengu no se mantiene estática. A medida que Japón avanza hacia la era Edo (1603-1868), el tengu va perdiendo su carácter exclusivamente siniestro. Su figura se suaviza y empieza a ser visto como un protector de las montañas, un kami o divinidad local que puede bendecir a quienes le muestran el debido respeto. Esta dualidad, demonio y semidiós a la vez, contribuye a su ambigüedad y riqueza simbólica: puede traer tanto desgracia como fortuna según la relación que se tenga con él.
Aspecto físico e iconografía del Tengu
La apariencia del tengu ha cambiado radicalmente a lo largo de la historia. Su rasgo más famoso es, sin duda, la larga nariz roja, pero no siempre fue así. Los primeros tengu son descritos como criaturas entre ave y humano, con picos y alas, piel colorada y en ocasiones cuerpo peludo. A partir del siglo XIV, el pico se humaniza y se convierte en una nariz desproporcionada, signo de arrogancia, poder y extranjería. Esta transformación iconográfica ha quedado plasmada en máscaras, esculturas y grabados, sobre todo en festivales y templos de montaña.
La vestimenta del tengu suele imitar la de los yamabushi, monjes ascetas que habitan los bosques y montañas. Son habituales los detalles como la pequeña gorra negra (tokin), la faja especial (yuigesa), y las sandalias de madera de un solo diente (geta). Además, los abanicos de plumas (ha-uchiwa) que portan algunos tengu no solo refuerzan su asociación con el viento, sino que son considerados objetos mágicos, capaces de provocar vendavales o de manipular el tamaño de la nariz ajena. Este abanico es especialmente emblemático en leyendas y cuentos populares.
Tipos principales de Tengu: Daitengu, Karasu Tengu y variantes
Dentro del universo tengu existen dos grandes ramas reconocidas: el Daitengu y el Karasu Tengu. El primero es el gran tengu, de aspecto mayormente humano, cara roja y nariz prominente. Es el líder, el más sabio, cercano al mundo de los dioses, a menudo vestido como un yamabushi y capaz de volar y dominar los vientos. El Daitengu es el protagonista de la mayoría de las historias y se le atribuye la enseñanza de artes marciales a héroes históricos.
Por otro lado, el Karasu Tengu es el “tengu cuervo”, de menor tamaño y con claros rasgos aviares. Su cabeza es de cuervo, viste ropas similares a su superior y cumple tareas subalternas, como servir de mensajero o proteger templos y bosques. Existen otras denominaciones para tengu menores, como el Konoha Tengu (tengu hoja) o el Guhin (tengu canino), que demuestran la flexibilidad y amplitud del concepto a lo largo del país.
El Tengu en el arte tradicional y la literatura
El tengu ha sido plasmado en pergaminos ilustrados, grabados, máscaras y esculturas desde la antigüedad. Obras como el Tenguzōshi Emaki, de finales del siglo XIII, ridiculizan a sacerdotes poderosos dibujándolos con picos de ave, subrayando así el carácter sarcástico y crítico de estas figuras. Durante los siglos XV-XVIII es común encontrar representaciones de tengu en forma de máscaras para teatro Noh, desfiles festivos y rituales de protección.
La literatura japonesa está salpicada de relatos sobre tengu. Textos como el Konjaku Monogatari recopilan historias donde el tengu aparece como adversario del budismo, secuestrando monjes, tentando a humanos y mostrando poderes sobrenaturales, desde la transformación hasta la levitación y el dominio de los elementos. Muchos cuentos tienen un tono humorístico o moralizante, advirtiendo sobre los peligros de la soberbia o la avaricia, con los tengu como jueces implacables o bromistas despiadados.
Características sobrenaturales y poderes asociados
La lista de facultades sobrenaturales atribuidas a los tengu es extensa. Entre las más destacadas se encuentran el vuelo, el control del viento y de las tormentas, la capacidad de volverse invisibles gracias a capas mágicas y la habilidad de transformarse en cualquier ser, incluso en humanos o dioses. El tengu puede poseer a las personas, provocar enfermedades, cambiar el destino de los viajeros o causar extravíos en las montañas.
En algunas leyendas, los tengu también son maestros de artes ocultas y marciales. Su sabiduría es tan profunda que no solo pueden enseñarla a héroes y guerreros elegidos, sino también emplearla para hacer caer a los arrogantes o para restaurar el equilibrio cósmico cuando los humanos “se convierten en tengu”, es decir, cuando se dejan llevar por el ego y la presunción.
Símbolos y objetos vinculados al Tengu
Aparte de los elementos básicos de su indumentaria, existen una serie de objetos recurrentes en las historias sobre tengu. Entre estos se encuentran los ya mencionados abanicos de plumas, pero también los báculos de monje (shakujo), las sandalias de plataforma (tengu-geta), y el tokin, tan representativo. Estos elementos no son solo accesorios: tienen significado ritual, defensivo o místico, y suelen ser los protagonistas de relatos populares donde los humanos los roban, usan o son castigados por su insensatez.
Principales tengu y lugares sagrados en Japón
A lo largo del archipiélago japonés existen varias montañas y templos especialmente asociados a los tengu más célebres. Entre los principales destacan:
- Sōjōbō de Kurama: Conocido como el “Rey de los Tengu”, es la figura tutelar del Monte Kurama, al norte de Kioto. A Sōjōbō se le atribuye la formación en técnicas de espada al legendario guerrero Minamoto no Yoshitsune. Es un punto clave de peregrinación y turismo espiritual.
- Tarōbō de Atago: Asociado al monte Atago, cerca de Kioto, este tengu es considerado el protector contra incendios y es protagonista de antiguas leyendas de victoria y fortaleza.
- Jirōbō de las montañas Hira: Una figura de gran poder, que según las leyendas, ha llegado a enfrentarse a dragones y a causar grandes tempestades.
- Saburō de Izuna: Venerado en el monte Izuna, en Nagano, y conocido por distribuir milagrosamente arena maná durante épocas de hambruna.
Otros tengu importantes citados en textos históricos son Buzenbō, Myōgibō, Sanjakubō y Sagamibō, todos con santuarios y leyendas propias. Estas deidades son objeto de culto en diversas festividades y matsuri, donde se procesionan máscaras, se hacen ofrendas y se representa el poder ancestral de estas criaturas mediante danzas, música y rituales de exorcismo o bendición.
El Tengu en festivales, templos y cultura popular japonesa
Los tengu tienen una presencia activa en la vida religiosa, festiva y turística de Japón. El monte Kurama y el monte Takao (Tokio) son los sitios más emblemáticos, con estatuas, rutas temáticas y ventas de amuletos. En el templo Yakuo-in y otros santuarios, se celebran ceremonias de purificación y bendición, y los tengu son vistos como intermediarios entre los humanos y los dioses. Existen festivales como el Shimokitazawa Tengu Matsuri en Tokio, donde se procesionan enormes mikoshi en forma de tengu y se bendice a las multitudes para atraer suerte y salud. En Numata (Gunma) y Otaru (Hokkaido), los festivales permiten a los fieles y turistas interactuar con máscaras y esculturas, en un ambiente donde lo sagrado y lo lúdico se fusionan.
En la actualidad, los tengu siguen inspirando a artistas, escritores y creadores de manga, anime y videojuegos. Son frecuentes los personajes con apariencia de tengu en obras como “Kimetsu no Yaiba” (Urokodaki Sakonji), “Karasu Tengu Kabuto”, “Touhou Project”, “Megaman 8”, “Mutants: Genetic Gladiators”, y videojuegos como “Sekiro: Shadows Die Twice” o “Ghost of Tsushima”. Incluso en Pokémon, la criatura Shiftry toma detalles como la nariz, los abanicos y el calzado de un tengu clásico.
El significado cultural y simbólico del Tengu
La figura del tengu es mucho más que un demonio o un duende de las montañas. Simboliza, por una parte, la sabiduría y la auto-superación que se alcanza a través del ascetismo y la disciplina, y por otra, advierte sobre los peligros del orgullo y la prepotencia, reflejados en la famosa expresión japonesa “tengu ni naru” para referirse a quienes se vuelven soberbios.
El tengu también encarna la tensión entre tradición y cambio. De enemigo del budismo a guardián de la montaña, de espíritu perturbador a semidiós, de amenaza a maestro, su evolución refleja la capacidad de Japón para reinterpretar su pasado y encontrar equilibrio entre respeto por la naturaleza y la apertura a lo nuevo. Los tengu recuerdan que los secretos y poderes ocultos están en lo más profundo de las montañas y de uno mismo, pero su dominio requiere humildad y respeto.
Cuentos, leyendas y moralejas con tengu
La literatura del folclore japonés está repleta de pequeños relatos protagonizados por tengu. Algunos de los más célebres son:
- La capa mágica del tengu: Un niño o anciano intercambia una capa de invisibilidad con un tengu a cambio de un objeto “mágico”; después utiliza el poder para hacer travesuras, hasta que el tengu, astuto, recupera su posesión y castiga al humano.
- El abanico del tengu: Se cuenta la historia de un artefacto capaz de hacer crecer o encoger narices, utilizado por personas codiciosas para obtener favores, riqueza o matrimonio, siempre acabando de forma cómica o dolorosa para el protagonista.
- El tengu y el leñador: Un tengu presume de sus habilidades ante un sencillo leñador; una astilla lanzada accidentalmente golpea la nariz del tengu, que huye aterrorizado, aprendiendo que los humanos a veces son más peligrosos de lo que parecen.
- La calabaza del tengu: Un jugador embauca a un tengu haciéndole creer que teme al oro y a los pasteles de arroz. El resultado es un aluvión de riquezas que, en vez de causarle sufrimiento, le colma de alegría y fortuna.
Estos cuentos suelen tener un trasfondo humorístico y educativo, alertando sobre la importancia de la inteligencia, la humildad y la honestidad. Los tengu, si bien poderosos, son presentados a menudo como criaturas susceptibles de ser engañadas por humanos astutos, lo que añade un componente de autoafirmación y picardía dentro de la cultura japonesa tradicional.
Tengu y las artes marciales japonesas
Uno de los vínculos más potentes entre el tengu y la cultura japonesa se da en las artes marciales. Existen leyendas que atribuyen a los tengu el origen y la transmisión de técnicas secretas de esgrima, lucha y ninjutsu. El ejemplo más célebre es el ya mencionado Minamoto no Yoshitsune, figura real y legendaria que habría aprendido el arte de la espada bajo la tutela del Sōjōbō de Kurama.
La relación entre tengu y guerreros también se observa en la atribución de capacidades sobrenaturales, como el control absoluto del cuerpo, la mente y el entorno. Algunos textos y escuelas antiguas, como la Tenshin Shoden Katori Shinto Ryu, consideran a los tengu como patronos de los practicantes y guardianes de los secretos marciales. Se cuenta que hasta los ninja recibieron enseñanzas de estas criaturas en las montañas.
Otras variantes y seres afines
El universo tengu es tan amplio que han surgido criaturas relacionadas en distintas regiones de Japón. Existen variantes como el guhin (tengu de carácter más canino), el shibaten (que se acerca más a los kappa de agua y gusta del sumo), o el kawatengu (tengu de río) famoso en la zona de Tokio y famoso por sus travesuras acuáticas y bolas de fuego. Hay zonas donde los tengu se confunden o solapan con otros yōkai, como los zorros mágicos o los tanuki, mostrando la riqueza sincrética de la religiosidad japonesa.
Cambios en la percepción del tengu a lo largo del tiempo
Si algo caracteriza al tengu es su capacidad de adaptación y mutación simbólica a lo largo de la historia japonesa. De monstruo peligroso a protector de templos, de espíritu castigador a maestro y símbolo de disciplina, de enemigo del budismo a aliado, según el contexto histórico y social el tengu ha servido como espejo de las preocupaciones humanas, ya fueran conflictos bélicos, epidemias, hambrunas o el miedo al cambio y la arrogancia.
En la modernidad, su figura es interpretada como símbolo de la irreverencia ante el poder establecido, la astucia ante la adversidad y el respeto por la naturaleza y la tradición. El tengu ha pasado de ser un fantasma del pasado a un icono pop, capaz de dialogar con jóvenes y adultos, turistas y especialistas, religiosos y laicos, tanto dentro como fuera de Japón.
El tengu sigue siendo una figura que combina misterio, poder y enseñanza, adaptándose a todas las épocas y seduciendo tanto a quienes buscan explicaciones racionales al mundo como a quienes prefieren dejarse llevar por la magia de las leyendas. Ya sea en el bosque, en un festival o en una pantalla de videojuego, el tengu continúa elevándose en la imaginación colectiva japonesa y de quienes se adentran en su universo.